La supremacía del ego patriarcal y el deber de reparar

Sociedad.
Sociedad.

Me resulta aterrador el desorden que se ha formado estos días con opiniones aventuradas, insultos y discursos criminales de odio, hechas desde el profundo desconocimiento de la violencia de género y empoderadas por el ego patriarcal. 

Casualmente, o no, las declaraciones públicas más perniciosas vienen de hombres desde su absoluto privilegio de serlo y el malestar que les genera, conscientes o no, que una mujer tenga voz. 

Aquí lo único realmente importante y bajo lo que no cabe debate alguno, es que cualquier acto sin consentimiento, ha de ser señalado independientemente de todo lo que suceda al rededor. Acusar a Jenni Hermoso de pasárselo bien o bromear después de todo, es como decir que la culpa era de la chica porque tenía la falda muy corta, que tan mal no lo estará pasando si está con sus amigas de fiesta o que no estaría muerta si hubiera denunciado antes. 

Y esta propaganda es tremendamente nociva, no sólo porque se desvía el foco de lo importante sino también porque la violencia no es sólo el acto en si, envuelve un sinfín de mecanismos para los que estamos perfectamente diseñadas para incomodar lo menos posible.

Reirse y bromear del "solo si es si" y recurrir a ello para la burla y la descodificación es digno de un acto de inscripción, porque para sorpresa de todos, y sintiendo en el alma herir el ego de muchos, SÓLO SI ES SI. 

El problema es que las mujeres tenemos la mala costumbre de normanizarlo todo porque así hemos sido enseñadas. Así es como somos buenas chicas, calladitas más guapas. Porque somos unas exageradas y unas locas que sacamos las cosas de contexto. Y bajo esta justificación se impregna el mundo de ignorancia y falta de asistencia a las mujeres. 

Ampararse con recurrencia en casos aislados no justifica que vivamos en una realidad de absoluta desigualdad y en la que somos vistas como objetos sexuales, manejables e infravaloradas, hechas para satisfacer y cumplir los deseos de uno de los mayores genocidios del mundo, el machismo. 

Partiendo de todo esto, e insistiendo en no perder la atención en el hecho, no hay nada más necesario que actuar. Pero para los que viven ajenos, a una realidad latente, os invito a que preguntéis a las mujeres de vuestro entorno cuántas veces al llegar a casa han canalizado el tocamiento que han sufrido en ese bar del que en ese momento apartaron el foco para seguir disfrutando, preguntad cuántas tras años de relaciones tóxicas han descubierto ahora la violencia que ese momento normalizaron, preguntad cuántas mujeres siguen viendo al agresor que un día las tocó porque pertenece a su círculo y no quiere incomodar y preguntad también las que se han quedado paralizadas y han seguido con su vida "como si nada" por creerse indefensas, las que han tenido relaciones sin consentimiento presionadas por tener que complacer, o las que no han hablado por miedo a ser juzgadas, por vergüenza o a ser cuestionadas, porque al otro lado, siempre hay una justificación que nos brinda nuestro querido patriarcado para encomendarnos aunque sea, algo de culpa. 

Las mujeres tenemos estos comportamientos terriblemente automatizados, hasta el punto de no ser conscientes ni nosotras mismas, y ojalá pueda entender esto más gente que las propias mujeres que lo hemos sufrido. Ojalá, porque cuando las cosas empiecen a tomar su sentido, cuando nos preocupemos y basemos nuestras opiniones en el cuidado, enterremos el ego, y reaprendamos conductas mecanizadas, estoy convencida de que el mundo será más humano. 

 

Sigamos aprendiendo, sigamos luchando y alzando la voz, por nosotras y por todas. Porque ni un piquito, ni un comentario fuera de lugar tenemos el deber de soportarlo y nuestra conducta posterior no hace que sea un acto menos violento.

No hay feminismo peligroso, hay un feminismo que incómoda y si tiene que ser así, pues así será. 

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