Europa en un mantel

En el plazo de una semana en Estados Unidos se han registrado dos rebajas sustanciales de los tipos de interés y la aprobación por la Cámara de Representantes (por mayoría abrumadora) de un paquete de medidas para conjurar la crisis económica, propuestas por el presidente Bush, que no oculta su inquietud por la situación de decaimiento por la que atraviesa la primera economía del mundo.

En el mismo plazo, en Europa se ha registrado una conversación aparatosa de presidentes y primeros ministros de los países miembros del G-8 junto al presidente de la Comisión Europea. ¿Resultado práctico? Un simple pourparler.

Es pronto para saber si Ben Bernanke no se ha precipitado o excedido en la caída controlada de 125 puntos básicos en los tipos, hasta el 3%. En cualquier caso, de lo que sí podemos tener certeza es de que la Reserva Federal norteamericana actuará con la misma diligencia cuando la situación lo requiera, para continuar las rebajas si la maquinaria no tira o para cambiarlas de signo, si es que se ha equivocado y la inflación se desborda. Estados Unidos no se limita a lamentar las situaciones y a buscar soluciones providencialistas. Arriesga y actúa rápidamente y con lo que tiene, la política monetaria y las políticas fiscales y administrativas, aunque las proponga un presidente con un exiguo apoyo en la opinión pública.

En Europa nos hemos dedicado a criticar la laxitud de los norteamericanos en la concesión de hipotecas de alto riesgo (sin reconocer, empero, que, salvo en España y por razones normativas, los bancos europeos no ha despreciado, sino al contrario, esos mismos paquetes de hipotecas arriesgadas que tanto se critican). Sin embargo, las ingentes inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo no dejaban lugar a dudas de la gravedad de la situación de las tensiones financieras.

¿Qué decisiones de política económica o monetarias, se han tomado en el conjunto de la Unión o en cada uno de los países miembros? ¿Ha propuesto algo la Comisión de Bruselas? ¿El BCE hace algo más que reflexionar en voz alta? ¿Y los líderes del núcleo duro?

Con una cena en el 10 de Downing Street no pueden creer que han resuelto algo, cuando ni siquiera se han puesto de acuerdo sobre dónde se va a celebrar y a quién le toca pagar la próxima ronda.

 
Comentarios