José Apezarena

Enfado y vergüenza de Mariano Rajoy

Dicen los que están a su lado que Rajoy se muestra muy dolido por la derrota que sufrió su Gobierno en el Congreso con el real decreto-ley de reforma de la estiba. Y que se le nota.

Una pregunta clave es por qué lo llevó al Congreso de los Diputados si sabía bien, de antemano, que no tenía los votos suficientes para sacarlo adelante.

Evidentemente, tratándose de un decreto-ley, el visto bueno de la Cámara Baja resulta inevitable para su convalidación, pero antes tenía que haberse asegurado los apoyos necesarios.

Porque el respaldo, en principio garantizado, del socio Ciudadanos más los votos del nuevo socio PNV, no alcanzaban la mayoría requerida

Hay que deducir que valoró mal las circunstancias. Quizá creyó que la amenaza de tener que pagar 130.000 euros diarios de multa convencería al resto de formaciones, pero sobre todo al PSOE, de la necesidad de respaldar el decreto-ley para no aparecer ellos como responsables de esos gastos.

A ese respecto, Rajoy y el PP no estudiaron bien la difícil circunstancia que atraviesa ahora el PSOE, con unas primarias a las puertas, y por tanto con la determinación de los tres candidatos, y sobre todo de Susana Díaz y la gestora, de no aparecer alineados con el Gobierno. Ante esa perspectiva, la posibilidad de que votaran el decreto-ley era próxima a cero.

Y, en efecto, los socialistas no cedieron.

En ese momento, cuando se dieron cuenta de que el decreto-ley no saldría aprobado, fue cuando Ciudadanos le dejó también en la estacada.

Visto ese resultado tan negativo, sin embargo habría que matizar que no es del todo real que el Gobierno se quedara solo, como han insistido muchos, porque tuvo apoyó del PNV. Y tampoco es la primera vez que un Gobierno pierde votaciones en el Congreso. Ha pasado y pasará.

 

Lo que resultó novedoso fue que un real decreto-ley no fuera convalidado, circunstancia que hace treinta años que no ocurría, principalmente porque los sucesivos Gobierno no los llevaron al Congreso si carecían de apoyos. Rajoy no contaba con los respaldos, se arriesgó y perdió.

Por un lado, a Rajoy le duele la derrota. Además, le enfada (y mucho) la traición de Ciudadanos. Pero sobre todo le humilla la imagen que él ha dado en Europa. La de un presidente de Gobierno en dificultades.

Andaba presumiendo en el exterior de confortabilidad, de estabilidad política, y resulta que unas pocas horas después sus interlocutores alemana, francés e italiano se enteraban de la derrota parlamentaria.

Por eso, se ha prometido a sí mismo que no volverá a ocurrir. Vergüenzas, las menos posibles. A ver cómo lo logra.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato