José Apezarena

El CNI conspira contra Pablo Iglesias

Si a España como tal le amenaza cualquier peligro, existe un organismo especializado en detectarlos y combatirlos: el CNI.

Según el artículo 1 de su ley reguladora, el Centro Nacional de Inteligencia es un organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación “las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”. Y en su caso de intervenir, añadiría yo. Porque de hecho lo hace.

Por tanto cualquiera de esas amenazas, protagonizadas por agentes exteriores o interiores, incluidas organizaciones y partidos, y por supuesto personas, atañen al CNI. Es su obligación analizar, prevenir, informar y, en su caso, actuar. Siempre a las órdenes del Gobierno, por supuesto.

Dada su trayectoria, vínculos y actividades, Pablo Iglesias ha sido objeto de seguimiento y estudio por parte del Centro Nacional de Inteligencia desde hace bastante tiempo. Desde el principio. Los portavoces del CNI posiblemente intentarán negarlo. Están en su papel, es lo que les toca.

Y es que en más de una ocasión (más en el pasado que ahora, hay que reconocerlo) el líder de Podemos ha sido visto como un peligro potencial para el país. Al menos a título de hipótesis y de posibilidad. Sus vínculos ideológicos, y también económicos, con países como Irán (por ejemplo con la productora Hispan TV) y Venezuela (las implicaciones con el régimen bolivariano), y hasta las simpatías hacia otras naciones como puede ser Cuba (y de rebote Rusia), son conocidos y analizados en el Centro.

Las informaciones sobre Pablo Iglesias y el CNI han abundado estos últimos años. Hasta se publicó que fue el Centro el que “introdujo” a Pablo Iglesias en 13 Televisión, la primera cadena que empezó a darle cancha de verdad, antes de saltar a Cuatro y a La Sexta. Alguno llegó a ir un poco más lejos y afirmó que Podemos era “un invento del CNI”.

Todo esto, Pablo Iglesias lo conoce muy bien. El Confidencial Digital desveló la existencia de su casa de verano en Casavieja (Ávila), a la que invitaba a sus correligionarios de partido, y también a algún que otro periodista famoso. Poco después relató en sus páginas que el líder de Podemos había dado instrucciones a todos los visitantes para que dentro de la vivienda no hablaran de política porque podían estar siendo grabados por el CNI.

No queda la cosa ahí. El propio Iglesias ha mostrado públicamente un llamativo interés por el Centro, y más en concreto por controlarlo si Podemos llega al Gobierno. Estuvo en las conversaciones exploratorias mantenidas con Pedro Sánchez, y en la lista de ministerios y altos cargos que elaboró como condición para un pacto con el PSOE.

La obsesión de Pablo Iglesias por hacerse con el Centro se ha llegado a materializar en el deseo de colocar al frente del CNI a su militar preferido, al ex Jemad José Julio Rodríguez, tal como también publicó ECD.

 

Ahora, la cuestión Pablo Iglesias-CNI ha vuelto a saltar a primer plano merced al artículo que firmó ayer Luis María Anson, en El Mundo, diciendo que el CNI dispone de “un arsenal de irregularidades y vergüenzas del líder podemita”, que teóricamente utilizará si el líder de Podemos no se integra en el sistema. Algo que parece una obviedad.

La respuesta del líder de Podemos no ha resultado muy tonante, la verdad. Más bien al contrario. A través de Twitter, su comentario ha sido: “Si como dice aquí Anson, el CNI tiene un dossier sobre mí, por si me porto mal, tendremos que preguntar al Gobierno si confirma o desmiente”.

Pero es que no se trata solo de Pablo Iglesias y su formación política. Es que cualquier posible riesgo para los intereses de España como nación, para su integridad territorial, para su estabilidad económica, para su seguridad y libertades, es competencia del CNI. Debe ocuparse de ello. Y, por cierto, más nos vale que lo haga (con los adecuados controles, por supuesto).

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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